domingo, 14 de junio de 2015

Tipos de Ciclos

El Ciclo del Agua

Se pudiera admitir que la cantidad total de agua que existe en la Tierra, en sus tres fases: sólida, líquida y gaseosa, se ha mantenido constante desde la aparición de la Humanidad. El agua de la Tierra - que constituye la hidrosfera - se distribuye en tres reservorios principales: los océanos, los continentes y la atmósfera, entre los cuales existe una circulación continúa - el ciclo del agua o ciclo hidrológico. El movimiento del agua en el ciclo hidrológico es mantenido por la energía radiante del sol y por la fuerza de la gravedad.
El ciclo hidrológico se define como la secuencia de fenómenos por medio de los cuales el agua pasa de la superficie terrestre, en la fase de vapor, a la atmósfera y regresa en sus fases líquida y sólida. La transferencia de agua desde la superficie de la Tierra hacia la atmósfera, en forma de vapor de agua, se debe a la evaporación directa, a la transpiración por las plantas y animales y por sublimación (paso directo del agua sólida a vapor de agua).

Ciclo del carbono
Todas las moléculas orgánicas están compuestas por cadenas de carbono enlazadas entre sí. De allí la importancia de este vital elemento y su rol en el equilibrio ecosistémico.
Las plantas lo absorben desde el aire a través de las hojas y, en su interior, lo procesan hasta transformarlo en una sustancia vegetal, durante la fotosíntesis. Una pequeña parte es devuelta hacia la atmósfera, a través de la respiración vegetal, mientras la otra porción restante llega hasta los animales que se alimentan con las plantas. De ahí continúa el viaje hasta los animales carnívoros, que depredan a los herbívoros. Así, el carbono forma parte, en ambos casos, de la materia que constituye a estos seres vivos (músculos, huesos, etc.).
Durante su vida, tanto herbívoros como carnívoros también devuelven dióxido de carbono a la atmósfera por medio de la respiración.
Una vez muertos, tanto vegetales como animales son reducidos a una cantidad de materia orgánica mínima, gracias a la acción de los organismos des componedores (bacterias, hongos, protozoos, entre otros), que también liberan dióxido de carbono al aire y hacia las raíces de las plantas, que nuevamente lo captan y procesan.
Ciclo del nitrógeno
Protagonista de importantes procesos, como la síntesis de proteínas y ácidos nucleicos, el nitrógeno corresponde a un elemento cuya disponibilidad está limitada en todos los ecosistemas. Su reserva fundamental es la atmósfera, donde se encuentra como N2.
Si bien es un compuesto utilizado por todo ser vivo, no puede ser captado de manera directa en su forma gaseosa. Por ello, necesita cambiar su composición y transformarse en nitratos (NO3) y amoniaco (NH3), gracias a la acción de las bacterias nitrificantes. Estas poseen forma de bastoncillo, su tamaño alcanza los 0,4 a 0,6 micras y, para realizar su eficiente trabajo, necesitan de la presencia de oxígeno.
Estos pequeños microorganismos permiten que el nitrógeno se incorpore tanto a las células vegetales como a las animales, ya que el nitrógeno fijado al suelo pasa a las plantas y a los diferentes tipos de animales a través de la alimentación. El retorno se produce gracias al depósito en la superficie de los residuos orgánicos y los excrementos, que las plantas también pueden reutilizar como abono.
Ciclo del oxígeno
La reserva fundamental de oxígeno está en la atmósfera. El ciclo de este vital elemento está ligado fuertemente al del carbono, ya que tanto en la respiración animal como en la vegetal (fotosíntesis) se traspasa constantemente junto a este elemento entre la atmósfera y los seres vivos.
Existen organismos que lo consumen para obtener energía (animales) y otros, a pesar de gastar cierta cantidad, son más bien productores (plantas).
El ciclo del oxígeno, además, implica otro importante proceso, que ocurre cuando algunas moléculas de O2 se rompen en átomos libres y reaccionan con otras de O2, formando ozono (O3). El ozono es una sustancia presente en nuestra atmósfera, que protege a la Tierra de un tipo muy dañino de radiación ultravioleta. Cada vez que absorbe estos peligrosos rayos, vuelve a su estado natural y se convierte en O2.
Ciclos del azufre y fósforo
El azufre y el fósforo son elementos que, si bien se encuentran en pequeñas cantidades de forma natural, desempeñan importantes funciones a nivel orgánico. El primero es uno de los más destacados constituyentes
de los aminoácidos, mientras el fósforo participa activamente en las relaciones energéticas que ocurren al interior de los organismos, forma parte de los fosfolípidos de las membranas celulares e integra las materias primas de huesos y dientes de los seres vivos.
El azufre es captado en forma de sustratos desde las raíces (en superficies terrestres) y por medio de la pared celular (en medios acuáticos) por las plantas (terrestres y acuáticas), las que pasan a ser alimentos de los animales.
Tras la muerte de estos, el azufre retorna al suelo induciendo un nuevo ciclo.
En cuanto al fósforo, es necesario mencionar que la principal reserva de este elemento es la corteza terrestre. Por medio de los procesos de meteorización de las rocas o por la expulsión de cenizas volcánicas se libera, pudiendo ser utilizado por las plantas. Con facilidad es arrastrado por las aguas y llega al mar, donde una porción importante sedimenta el fondo y forma rocas. Todas ellas tardarán millones de años en volver a emerger y liberar, paulatinamente, sales de fósforo.

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